Llegaste a mí como el medio día, iluminando mis renglones, nutriendo de entusiasmo mi abismo.
Te deje entrar en mi laberinto y mi caldero se lleno de perfumadas fresias y ahora mi semillero.
Pero te dije “quererme, que se nos está acabando el tiempo”y tú permaneces en tu melancolía.
Te escribo desde el alma universal que me dio este don, semillero de palabras que no es solo para ti.
Si aceptaras ese sentir que te abruma, se acomodaría en algún lugar de tu Ser, para dar lugar un nuevo acontecer.
Tienes el don del buen decir, es lo que vino contigo, le pertenece al mundo, debes compartir.
Quiero dejarte ir pero me cuesta, estoy en la buena batalla, de quitar la maleza que me permita Ver lo correcto.
Este yo, insurrecto, me empuja con gritos de ternura y quisiera detenerme y abrazarte.
Yo llego a ti publicando el desconcierto y mis aciertos, tú llegas a mí escondiendo
tus intentos.
El amor todo lo puede y yo tengo que seguir porque me detuve mucho tiempo en un ensueño de poeta romántica, pero ando como El Peregrino, dándole vueltas a la misma montaña, sin encontrar el sendero, el sendero a Compostela.
Compostela es donde te realizas y mis anhelos no son míos es lo que se expande en el universo es lo que veo con el alma.
Ya no puedo quedarme en el ritual de los druidas, tengo que seguir porque me están llamando y aunque despierte llorando yo no te pierdo, pero estoy cuidando el tesoro
que brilla, lo mejor de ti para un retorno en otra vida.
He vivido muchas vida para lograr entender que somos uno en la complejidad
de la totalidad, por eso como Lara Fabian dice, si sabes donde encontrarme, yo siempre estoy
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