martes, 25 de noviembre de 2014

LA JOVEN QUE SE ENAMORA


 LA JOVEN QUE SE ENAMORA.
El tiempo no determina la edad para enamorte y comenzaste a despertar tu corazón y tu vida de amor, en lejanía. Tímida, ocultabas la mirada. Huidiza eras el sol, escondiendo tu luz, sombría. No podías mirar tus ojos en otros ojos, pero tu corazón ardía. Así llegaron y se fueron, sin descubrir el beso soñado la perla escondida, porque las marcas de tu vida solitaria, te indicaron el curso que seguirías.
Largamente hoy sé porque te convertiste en esbelta joven, temblorosa y ardiente, sutil latiente y sin embargo sinuosa y letarga como la neblina. Y despertaste pasiones en aquél que descubrió tu ángel.
Largos fueron los años que pasaste sin el beso soñado, sin la caricia y tu cuerpo se insinuaba en delineadas y pequeñas curvas mientras tu corazón latía, apenas te enterabas de tus hormonas y los desafíos de la vida.
Y creciste entre la ingenuidad de tus raíces y las metáforas de tu cuerpo.
Pero el beso llegó callado, tierno, mientras tu alma se debatía en una realidad saludable y genuina, y ese ángel dormido de ternura.
La pasión llegó después, tras luchar con famosos paradigmas y hubo lucha interna entre lo deseado y lo temido; el querer y no querer; los temores salieron como fieles custodios de tu realeza y en tu reino más prohibido; escondido como flama eterna, un latido, un grito, escenario de lo vivo, confundió tu gloria.
Y la gloria fue tu ofrenda más preciada, porque el amor vino con clarines, con gemidos; con lágrimas, contracciones de pudor y elocuencia de ingenuidad pero impregnada de sabiduría. Tu ser entero vio la muerte y la vida en un instante.
Y la gloria fue el estar enamorada y sentirte amada.
Y florecías joven, con cierta culpa pero dichosa en los campos de la inocencia. Crecías como magnolia desprendiendo su aroma, y estaba bien porque tu experiencia fue buena, y te sirvió para amar cada parte de tu propio ser.
Eras la joven que se enamoró del amor e idealizó la realidad y esa realidad se deslizó entre tus dedos como pétalos.
Eras la joven que guardaba sus tesoros mas preciados en el cofre de la dulzura y convertías sus dones en sabias reliquias.
No fue fácil decirle a tu adentro que la vida te lo debía y comenzaste a transitar el camino de las decisiones, aquellas que transformaría el curso de tu inesperado mundo.
No fue fácil porque aún ignorabas lo real, eras una ilusión tejida, eras un sin fin de perlas que se ocultaban detrás de la roca mas hundida, o tan lejana de las olas, allá en la cima de la más altiva montaña.
Convertías tus horas en telares de alegorías, convertías tus pesares y tus anhelos en esperanzas y sueños, y claro que no fue fácil crecer y sobre todo ver, entre comillas, que nada es lo que parece ser y que no somos quienes creemos ser.
Pero si entender que el crecimiento es un completo contemplar lo que realmente deseamos ser y lo que somos en realidad.
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catia-love

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