martes, 24 de noviembre de 2015

Una  carta para ti.

Solo pensaba en esta emoción que me embarga, escribirte así, espontánea, porque miro mis poemas y no encuentro un lugar, como que todo te lo dije y allí están. Todo lo que soy, todo lo que por ti siento.
Quería que supieras que percibo tu mirada, que cuando te espero el tiempo se hace largo y cuando te veo me recorre una estampida de aromas y un aniñado desespero.
Recuerdo un comienzo donde tuvimos nuestro himno, como un secreto aún está allí entre otros temas que fuimos juntando y tu sabes, soy soñadora y me prendo, aprendí a vivir siendo la inspiración de Aute y era tu voz en su Quiéreme y permíteme el exceso, fui la musa de Serrat con tu voz en mis oídos, y donde quieras que estés, se llevó todos mis besos.
Quiero dejarte mi carta, sin importarme nada porque tenemos un presente con recuerdos, con arrebatos, con silencios, con  emociones con poemas, con sueños.
Y ya lo ves, soy una romántica, se que soy un montón de cosas para ti, es tu modo singular de decirme, “te quiero”, se que hay poemas, se que te he inspirado, mas tu me has vuelto a la vida, a mis letras, a mi discurso que se desliza por mis venas, mi soledad se hace amena porque siempre estas presente y eres mi primavera.
Quien dijo que no puedo tocarte, Simone apaga la luz, porque también siente, como hago yo para tenerte. Y este tenernos es cosa de las almas, donde no existen ni el tiempo, distancia ni siquiera el espacio.
Quería escribirte así como lo hago porque hay formas de amar, y esto que nos pasa no es un cuento, se que te moviliza lo hace en mí que te estoy escribiendo y donde el futuro no cuenta en nuestros pensamientos. Solo fluye un presente poco tangible pero nos lleva sin darnos cuenta a una dimensión ilusoria donde no lo detiene el viento.
Ahora entonces, es lo que tenemos, sin importar hasta cuando. ¿Acaso es tangible la ternura, la dulzura?
¡OH Becquer enamorado!



¿No has sentido en la noche,
cuando reina la sombra
una voz apagada que canta
y una inmensa tristeza que llora?

¿No sentiste en tu oído de virgen
las silentes y trágicas notas
que mis dedos de muerto arrancaban
a la lira rota?

¿No sentiste una lágrima mía
deslizarse en tu boca,
ni sentiste mi mano de nieve
estrechar a la tuya de rosa?

¿No viste entre sueños
por el aire vagar una sombra,
ni sintieron tus labios un beso
que estalló misterioso en la alcoba?

Pues yo juro por ti, vida mía,
que te vi entre mis brazos, miedosa;
que sentí tu aliento de jazmín y nardo
y tu boca pegada a mi boca

No hay comentarios: