Decir te amo ya resulta poco
decir que corres por mis venas
que eres parte de mi alma
resulta casi nada.
Entonces recurro a la alquimia
y soy tu sangre convertida
saciando tu sed despavorida
recorriendo, entre perfiles secretos.
Soy de pronto el virus
que te provoca fiebre
y deliras mi nombre
y es mi voz la que escuchas.
En este elixir de la vida
mi sangre corriendo a ciegas
te descubro... un niño inseguro
que despierta de su larga siesta.
Este despertar te asciende
hasta mi nido de abejas
y te bebes la miel
sin moralejas,
en mi desierto
el manantial
donde se hunde tu mar
entre la miel y tu sal
eres el hombre de cristal
que encontrara la magia
de la palabra amar.
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